Es aproximadamente Octubre de 1985, tendría 7 u 8 meses de nacido, mi madre que por entonces trabajaba como maestra en una comunidad cerca de Cañaviri tenía que volver a la ciudad de La Paz, como cada una o dos semanas hacia, cuenta que caminaba por la carretera une Cañaviri con Patacamaya que en esas épocas era de tierra (hoy esta asfaltada y une a La Paz con el puerto de Arica).
Imagínense a una mujer de unos 32 años, en la carretera de tierra en medio de la pampa, cargada de su hijo de 7 meses en un agüayo y con unas bolsas como equipaje, avanzado y esperando que llegue algún vehículo para por lo menos acercarla a Patacamaya, ya eran las 3 de la tarde y sólo habían pasado algunos trailers que llevaban automoviles, quedaba poco tiempo ya que las movilidades que la podrían llevar sólo pasaban hasta las 4 o 5 de la tarde, más tarde ya no pasarían mas automóviles por el riesgo de conducir en la oscuridad.
Más bien con algo de suerte apareció un camión, levantando la mano para ver si la podían llevar paró, pero le dijeron que había poco espacio porque estaban llevando unas llamas, no había muchas opciones era eso o arriesgarse a volver hacia el pueblo, si mas remedio Doña Roxana pasó sus bolsas y haciéndole algo de espacio atrás del camión se subió poniéndome en su pecho y agarrándose fuerte esperando que ninguna de las llamas le hiciese algo a ella o a mi.
Después de 45 minutos llegaron a Patacamaya, bajo presurosa buscando un bus que la lleve a La Paz, no iba a continuar el viaje en el camión, mas bien nada malo pasó, su temor mayor era que una de las llamas se apoye o intente patearla, pero esto no acabaría ahí, ya en La Paz tuvo que cambiarme completamente y dejando mi ropa a sol esperando que ningún bicho como un piojo o algo peor se me hubiese subido.
Es así que me enteré que viaje en un camión lleno de llamas, tan pequeño y con mi madre tan valiente.
A veces hay que seguir adelante a pesar de lo difícil que pueda parecer....